Las expectativas, las relaciones, los hábitos mutan. Y cuando digo esto no me refiero meramente a los niños devenidos ahora en estudiantes secundarios sino también a sus padres porque hasta la vida cotidiana de toda la familia suele verse impactada.
Se multiplican profesores, carpetas, libros….el horario y la agenda son claves en el momento de preparar la mochila para el día siguiente.
El grupo de pertenencia ya no es el mismo, se incorporan nuevos compañeros y el crecimiento transforma las relaciones, incluso de los viejos conocidos.
El vínculo con el docente se modifica, la visión del alumno que tiene la escuela se fragmenta ya que las asignaturas tienen dos, tres o excepcionalmente cinco horas semanales (caso Lengua o Matemática). Para esto la escuela debe afilar dispositivos que le permitan integrar esos fragmentos en una visión más completa del alumno, facilitando la integración y el aprendizaje.
Podrán decirme como afirma la popular frase de Nietzsche “lo que no me mata me fortalece” y me pregunto: mientras tanto……..En el caso de este tránsito, me refiero del nivel primario al nivel medio, es necesario que trabajemos escuela y familia para desatar ese nudo que congestiona el pasaje sin tener que cortar el hilo, léase sin producir disfunciones en el aprendizaje. La observación, el diálogo y la reflexión son fundamentales.
Con el objetivo de recabar información de los protagonistas de este cambio creímos necesario realizar una encuesta cualitativa y anónima a los alumnos de primer año para evaluar la primera etapa del ciclo lectivo. La propuesta fue recibida con bastante entusiasmo ya que apuntaba a consultar sus percepciones sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje y el grado de satisfacción distinguiendo:
- Recepción, orientación y colaboración de los adultos
- Enseñanza-Aprendizaje
- Aspecto vincular con los pares (compañeros del curso y de los cursos superiores)
Manifestaron que sus expectativas con respecto al cambio de nivel eran: conocer gente nueva, poder integrarse en un grupo (especialmente los que vienen de otras escuelas), aprobar las asignaturas y lograr mayor independencia.
Hubo coincidencia en cuanto a que se sintieron bien recibidos, reconocen tener un buen nivel de integración como grupo a pesar de que notan diferencias en el grado de madurez. Con los demás cursos plantean tener una buena convivencia y los conflictos que se presentan pueden manejarlos sin mayores problemas.
Destacan en su relación con los adultos de la escuela que les dedicamos tiempo a cada uno, que comprendemos lo que piensan, que les brindamos la información que necesitan.
En cuanto a la enseñanza adjudican mayor motivación cuando: el docente explica bien, cuando la materia les gusta, cuando tratan temas puntuales que les interesan o porque consideran que esa asignatura es importante o “útil”.
En el registro de sus dificultades hay cierta autocrítica cuando dicen que: no estudian lo suficiente o porque piensan que es una materia que siempre les fue mal, por ser un tema que nunca vieron en la primaria, por no practicar lo suficiente. En los pocos casos que el motivo lo colocan del lado de sus docentes actuales dicen que no explica muy claro o que el problema es su forma de evaluar (Ej.: porque toma temas que dio hasta el último día, porque considera “incompletas” ciertas respuestas).
Por último debían otorgar un puntaje del 1 al 10 sobre cómo se sentían en el secundario y: en ningún caso bajaba de 7 y prácticamente no sugerían ningún cambio. No nos engolosinemos, ya los sugerirán y bienvenidos sean los planteos porque aprender significa nuevas respuestas pero también nuevas preguntas, nuevos cuestionamientos. ¿O acaso no queremos jóvenes con pensamiento crítico?
Un cordial saludo.
Miriam Alonso
Rectora del Nivel Medio |